Cuando un niño es
víctima de intimidación, vejaciones e incluso abuso físico en la escuela, es
muy probable que no quiera ir a clases o que no salga a jugar al patio escolar
a la hora del recreo. También puede tornarse introvertido y melancólico.
¿Y qué pasa, señor
padre, si en realidad su hijo no se sabe defender, si le teme al abusador? ¿Qué
tal si el victimario actúa en grupo? ¿Y qué pasa si el niño no se atreve a
denunciarlo por temor a represalias?
Hay muchos factores
por los que un niño puede sentirse amedrentado y si viene a decírtelo es en
busca de ayuda y protección, no para que le digas "tonto o gallina".
Por lo general,
estos chicos abusadores suelen ser un poco más grandes o corpulentos que sus
compañeros, o provienen de hogares donde abunda la violencia. Con frecuencia
quieren ser el centro de atención y se sienten poderosos al influir o dominar a
los demás.
De ahí que tiendan
a abusar de niños tímidos, de los que se alteran con facilidad o de los que
muestren tendencias homosexuales.
Aunque este
fenómeno es más común entre los varones, expresado en ataques físicos e
insultos, también puede ocurrir entre las niñas, que recurren a agresiones
emocionales, como aislar a la víctima en el comedor escolar.
Para que tu niño
aprenda a lidiar con los abusadores en la escuela recomiéndale lo siguiente:
• Reaccionar con
violencia es contraproducente. Explícale que los niños abusadores quieren tener
el control emocional sobre otros. Una respuesta violenta sería justamente lo
que él está buscando y su agresión puede ser mayor.
• Ignora los
insultos. Un abusador quiere que su víctima explote para así tener la
justificación de ofenderlo más. Si los insultos son por correo electrónico, la
regla de ignorarlos le dejará claro que su provocación fracasó.
• No hay que
demostrarle miedo. Aconseja a tu hijo que mire al abusador a los ojos y que le
diga alguna frase como: "No quiero que me molestes más". Si lo crees
necesario puedes inscribirlo en un centro para aprender defensa personal como
medio de devolverle la confianza en sí mismo.
• Más vale evitar
el peligro. Es preferible evadir los lugares donde el abusador se reúne con sus
amigos, ya que cuando está con otros es cuando más envalentonado se sentirá.
• Amigos, más
amigos. Si un niño crea su propio círculo de amistades y anda con ellos en la
escuela, el grupo le dará una sensación de seguridad.
• La ayuda de un
adulto. Si crees que lo amerita, haz comprender a tu hijo que el problema debe
ser llevado ante los profesores o a los directores del colegio. Si la escuela
es seria, seguramente tendrá mecanismos para abordar la situación y evitar las
represalias contra él.
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Héctor Pina es
psicólogo y periodista
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