El eccema infantil es una enfermedad frecuente en
pediatría, es de fundamental importancia el control del niño con dermatologo
pediatra para la tranquilidad de sus padres, controlar la enfermedad y mejorar
su diagnóstico.
Formas de alergia en pediatría
El eccema infantil es una enfermedad frecuente en
pediatría, que es de naturaleza alérgica y que consiste en una reacción
exudativa de la piel con liquenificación ( marcas cutáneas toscas ) con
picazón.
Las lesiones iniciales presentan enrojecimiento, tumefacción,
descamación y exudación con microvesículas y costras, pero al pasar del estado
agudo al crónico se hacen secas, escamosas y engrosadas, con cambios
pigmentarios.
En los niños se distinguen tres tipos de eccemas: la
dermatitis atópica, la dermatitis seborreica, y la dermatitis por contacto.
Tienen en común una determinación genética que se manifiesta durante los
primeros 2 a 3 meses de vida, fundamentalmente con manifestaciones cutáneas
pero también como rinitis, y luego en la infancia más tardía, como asma
alérgica.
Es característico encontrar durante toda su evolución
concentraciones séricas altas de inmunoglobulina E (Ig E). Sobre los factores
genéticos predisponentes actúan factores desencadenantes exógenos, ya sea por
contacto con la piel, por sustancias ingeridas o inhaladas. En el caso de la
dermatitis atópica la piel también es afectada por el calor o el frío extremos,
y por factores como el jabón, lana, y alergenos alimentarios.
La dermatitis atópica
Es una forma frecuente de eccema caracterizado por una
especial reactividad de la piel ante diversos estímulos físicos. Por ejemplo,
un ligero traumatismo, en lugar de producir enrojecimiento de la piel, causa
una línea blanca rodeada de área blanquecina.
Las lesiones iniciales son placas eritematosas (rojizas)
y descamativas, que se extienden desde las mejillas al resto de la cara y
cuello, luego a las extremidades y el abdomen; más tardíamente a las áreas de
flexión.
El prurito es muy intenso y característico, determinando
que el lactante frote su cara contra las sábanas, traumatizando las lesiones
que se hacen primero exudativas y luego costrosas. La infección agregada crea
un círculo vicioso que perpetua el proceso.
En el lactante la dermatitis atópica puede confundirse
con la sarna, pero a diferencia de ella no afecta las palmas de las manos ni
las plantas de los pies, ni comienza por la espalda sino por las mejillas. Es
común que comience asociada con la introducción de determinados alimentos en la
dieta, fundamentalmente leche de vaca, trigo, soja, pescados y huevos. Entre el
20 a 30 % de los lactantes que padecen eccema alérgico tienen hipersensibilidad
alimentaria.
Las complicaciones infecciosas son por bacterias, hongos
o virus. El estafilococo y el estreptococos beta hemolíticos son las bacterias
más comunes. También infectan el virus del herpes y a veces el molusco
contagioso.
La dermatitis atópica comienza a remitir alrededor de los
3-5 años de edad, persistiendo sólo un eccema ligero en los pliegues de los
codos y rodillas, en las muñecas, detrás de las orejas, en la cara y cuello.
Con los años la piel afectada tiende a secarse y engrosarse. La cara adquiere
un matiz blanquecino. Las áreas crónicamente afectadas persisten
hiperpigmentadas hasta los 40 a 50 años de edad.
La dermatitis seborreica
No presenta la intensidad del prurito característica de
la dermatitis atópica. Con frecuencia puede ser difícil distinguir las lesiones
con las de la sarna, dermatitis alérgica de contacto, y otras. La dermatitis
seborreica suele comenzar por el cuero cabelludo, en forma de "costra
láctea" que afecta también las orejas, las cejas, ambos lados de la nariz
y párpados. A diferencia de ella, la sarna respeta el cuero cabelludo.
Sus lesiones son escamas blancas grasientas, a veces amarronadas,
diferentes de las de la dermatitis atópica. En el lactante las lesiones duran
menos que el eccema atópico y responden más rápido al tratamiento.
La dermatitis irritativa de contacto
Se relaciona con el contacto prolongado o reiterado de
sustancias como la saliva, jugo de frutas (sobre todo cítricos) , detergentes,
o medicamentos. La saliva es frecuente que por babeo continuo lesione la cara y
pliegues cervicales del lactante.
En los niños mayores el lamido continuo de los labios
causa una lesión típica. La lesión más común es la dermatitis del pañal por el
roce, la maceración y el contacto prolongado con la orina y materias fecales a
los que se suman los preparados de uso tópico.
La piel recubierta aparece enrojecida y descamante con
vesículas, ampollas, fisuras y erosiones muy dolorosas. Respeta los pliegues
genito crurales. Secundariamente se infectan por bacterias y hongos. Las
dermatitis de contacto irritativas mejoran una vez eliminada la causa, con el
cambio frecuente de los pañales y el lavado meticuloso de los genitales. Los
pañales desechables mejoraron notablemente la enfermedad mediante material
absorbente que mantiene la región relativamente seca. Puede ayudarse a la cicatrización
mediante cremas como vaselina o pasta de óxido de zinc, aplicadas luego del
lavado.
Cuando estas medidas no son suficientes puede aplicarse
pomadas con hidrocortisona al 0,5 o 1% luego de cada cambio de pañal. Si existe
sobreinfección (sobre todo con cándida albicans, con pústulas y pápulas) es
necesario usar pomadas con antimicóticos.
El tratamiento preventivo
Deben controlarse los factores ambientales que precipitan
el ciclo prurito-rascado-prurito, evitando los alimentos y agentes de contacto
que desencadenan el prurito. Deben evitarse también los grados extremos de
temperatura y humedad, y la transpiración.
- La exposición al sol y al agua salada resulta beneficiosa.
- Se aconseja usar ropa de algodón, no de lana.
- Debe evitarse que el lactante gatee sobre alfombras.
- El baño debe de ser breve y sin jabones y detergentes que desengrasen la piel.
Se recomienda agregar aceite en la bañera para que luego
que el niño permanezca en ella unos minutos consiga mantener la humedad en su
piel.
Luego del baño se aconseja usar cremas y lociones sobre
la piel húmeda.
Es útil remojar las lesiones con agua tibia, durante 30
minutos 2 o 3 veces por día, agregando luego pomadas humectantes.
Si se comprueba que un alimento aumenta el prurito debe
retirarse de la dieta.
La lactancia natural mantenida reduce la sensibilización
a alergenos alimentarios sólidos, que de este modo que no se inician hasta
pasar los seis meses de edad. Debe recordarse la importancia de prevenir con
adecuada higiene y ventilación el papel que juega el polvo doméstico, rico en
alergenos de ácaros y hongos.
El tratamiento sintomático y de complicaciones En las
exacerbaciones agudas de la enfermedad los apósitos húmedos tienen un efecto
antipruriginoso y antiinflamatorio.
Las cremas con corticoides suelen ser muy beneficiosas,
pudiéndose comprobar que disminuye el prurito. Las uñas deben mantenerse cortas
y limpias para disminuir las lesiones de rascado. A veces es necesario sujetar
los codos para mantener las manos alejadas de la cara durante la noche. Otros
medicamentos que ayudan a controlar el rascado son la difenilhidramina
(benadryl), la hidroxicina (atarax) o la prometazina (fenergan).
En algunos la aspirina tiene un notable efecto
antipruriginoso. Cuando existe infección agregada deben administrarse
antibióticos por vía general, como la eritromocina o cefalexina . Los
antibióticos locales además de tener escaso valor terapéutico pueden producir
sensibilización alérgica. Sin embargo puede elegirse la mupirocina (mupax),
antibiótico que es menos alergénico.
En la fase aguda es necesaria la aplicación tópica de
cremas o pomadas con corticoides, comenzando por el uso del corticoide menos potente
asociados a cremas humectantes en pequeñas dosis en cortos intervalos.
Los esteroides más potentes no deben aplicarse en la
cara, en genitales, ni en grandes áreas, durante períodos prolongados. Es de
elección la hidrocortisona al 0.5 o 1%. En lo posible la administración
sistémica de corticoides debe limitarse a los enfermos más gravemente afectados
y sólo por períodos breves.
Luego, en la medida que se disminuyen los corticoides por
vía oral, para evitar las recidivas se debe aumentar el tratamiento con
corticoides locales.
Es de importancia fundamental el control del niño con
dermatólogo pediatra. Ello evita la angustia de los padres en la medida que
participan de las medidas preventivas y curativas que permite controlar la
enfermedad y mejorar su pronóstico, que no incluye una curación inmediata ni
radical.
Material cedido por UCM
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