3.6.12

Los mariscos y los niños, cuando y como comerlos



Como saber cuándo es momento adecuado para la introducción del marisco en la alimentación infantil, sabemos que no existe demasiada información, ni tampoco unanimidad en cuanto a la edad idónea de introducción del marisco en la dieta del niño.
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Pero considerando que el marisco es un alimento altamente alergénico, no es recomendable antes de los dos años del niño. Aunque avanzo que algunas de las fuentes consultadas lo admiten ya a partir del año de edad, e incluso antes, junto al pescado.
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Recordamos que entre los mariscos más consumidos se encuentran los crustáceos (gambas, camarones, cangrejos, langostas…) y los moluscos (almejas, mejillones, calamar, sepia…). ¿A qué edad pueden los niños empezar a comer marisco? ¿Cuál es el mejor modo de preparación? Lo vemos detalladamente.
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Edad de introducción del marisco en la alimentación infantil: Como los mariscos efectivamente están entre los alimentos más susceptibles a inducir una sensibilización alérgica, que habitualmente resulta definitiva, y no aportan nutrientes específicos que no se encuentren en otros alimentos (como el yodo en el pescado), no hay prisa en introducirlos.
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En Francia, la guía del Programa Nacional de Salud y Nutrición (“Programme national nutrition-santé”,PNNS) recomienda los crustáceos después de los 12 meses. Son alimentos sin interés nutricional específico (no aportan nada que otros alimentos sí recomendables o con menos riesgos pueden aportar), por lo que se pueden retrasar sin problemas.
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La Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología (AAAAI, American Academy of Allergy Asthma & Immunology) señala que entre los mariscos, los crustáceos (camarones, cangrejo y langosta) son los que tienen más probabilidades de causar una reacción alérgica.
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Los moluscos (almejas, ostras, orejas de mar...) pueden ser alergénicos, pero las reacciones a estos mariscos son menos comunes. Algunas personas son alérgicas a ambos tipos de alimentos.
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Sin embargo, la Academia Americana de Pediatría recientemente (2008) señala que no hay problema por introducir los mariscos a partir de los seis meses, porque según algunas investigaciones no existe evidencia de que retrasar los productos alergénicos vaya a prevenir la alergia, o al menos así lo leemos en declaraciones del pediatra y ex presidente del Comité de Nutrición de la Academia.
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En algunas guías, como la basada en la Food and Nutrition Service (del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos), los crustáceos se retrasan hasta después de los nueve meses.
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En el caso de antecedentes familiares de alergia los mariscos deberían retrasarse hasta después de los tres años, aunque en algunos documentos (aquellos que no ponen restricciones para introducirlos antes de los 12 meses) señalan los dos años.
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Modo de preparación de los mariscos
Debemos comer los mariscos lo más frescos posible, escogiendo un producto de confianza que no presente signos de poca frescura. Los mariscos locales (siempre que exista esa posibilidad) serán los más económicos.
Los mariscos más comunes a dentro de la gastronomía son el bogavante, camarón, langosta, cangrejo, gambas y langostinos, almejas, mejillones, ostras, vieiras (entre otros moluscos con caparazón) y calamares, sepias y pulpos representando aquellos moluscos sin caparazón.
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Los niños difícilmente se manejan para abrir los crustáceos y extraer la carne, por lo que habremos de ayudarles, y lo mismo con algunos moluscos. En el caso de los moluscos bibalvos, hay que mirar que no contengan arena.
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No conviene empezar a ofrecer marisco con platos que contengan varios de ellos (cebiche, paella, salpicón, ensaladas de marisco…), pues en caso de reacción no podríamos identificar el causante (aunque es probable que sea más de un marisco)..
Igual que comentábamos refiriéndonos a los pescados inadecuados, no conviene comer marisco crudo por el riesgo de Annisakis, un parásito en forma de pequeño gusano que anida en mamíferos marinos, peces y crustáceos.
Los mariscos crudos y poco cocinados (los marinados, en aceite, salazón…), además de dificultar la digestión, pueden contener bacterias y virus que pueden ser tolerados por los adultos sanos, pero hacer que los niños pequeños enfermen gravemente.
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Respecto a los mariscos en conserva, tampoco son muy adecuados debido al añadido de productos para su procesado, entre ellos la sal, o de aceites de mala calidad. Sólo cuando el niño crezca puede consumir esporádicamente y con moderación mariscos en conserva, aunque siempre serán mejor los frescos cocinados.
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En definitiva, con el marisco nos situamos ante uno de los alimentos más alergénicos y no hay prisa por introducirlo en la alimentación de los niños, aunque podemos ofrecerles marisco a partir de los dos años en pequeñas cantidades y observando sus posibles reacciones.
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En caso de aceptar este alimento con normalidad, ya podrá formar parte de la alimentación de la familia (siempre evitando los excesos).
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Eva Paris   

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