29.6.12

Contar cuentos a los niños antes de dormir


Los cuentos antes de dormir tienen muchas cosas buenas. Pero uno de los factores más importantes para aprovecharlos al máximo, especialmente los cuentos de antes de acostarse, es la manera de contarlo. Porque el cuento puede ser mucho más que una parte de la rutina o un rato entretenido, puede ser un momento mágico y muy educativo. Aquí os cuento cómo lo hago yo, y me funciona estupendamente: no son sólo mis hijos quienes esperan su cuento de cada noche, sino que yo mismo disfruto enormemente ese momento.
El cuento de antes de dormir es algo importante en casa. Los niños lo esperan con ilusión, porque es algo nuevo y disitinto cada vez, y aquí viene su primera utilidad: a la hora de irse a la cama, el cuento es su mejor razón para acostarse a tiempo -y para terminar la cena, por supuesto-. Yo en ese punto soy bastante claro con ellos: si quieren andar merodeando por ahí, podrán hacerlo, pero cuando suban a acostarse, ya habrá pasado el momento del cuento. Y hay pocas cosas mejores que hacer a esas horas que escuchar el cuento de la noche...
Como ya he explicado alguna vez, contar un cuento nuevo cada día, y hacerlo de viva voz, sin libros ni dibujos, facilita que los niños aprendan a prestar atención a algo distinto de un estímulo visual . Hoy en día los niños están sometidos a tal cantidad de estímulos visuales que muchos tienen problemas para fijar la atención en algo que no les entre por los ojos. Yo intento potenciar esa oportunidad, y la segunda ventaja que obtengo de contar el cuento así, sin ningún apoyo visual, es que puedo hacerlo con las luces apagadas (de hecho, es una condición para empezar). Hacerlo en penumbra -dejo la luz del pasillo encendida-, tiene varias ventajas:
  • permite fijar su atención en mi voz, y que utilicen su imaginación para visualizar lo que les cuento. Para ello, procuro utilizar en todas las historias varios colores -al igual que con los personajes, cada uno elige un color-, de forma que prácticamente les obligo a imaginarlos. Al final, elefantes morados, vacas rojas o canguros amarillos son bastante habituales en mis historias :-)
  • que se relajen, ante la falta de estímulos visuales, que es lo que están acostumbrados a procesar, y estén más dispuestos a quedarse dormidos.
  • que se duerman antes, ya que por no haber ninguna luz encendida en la habitación durante un buen rato mientras están despiertos, pierden la necesidad de dormir con la luz encendida. Esto facilita que se duerman antes, pues los niños que duermen con la luz encendida tardan más en conciliar el sueño (una vez más, los estímulos visuales los distraen).
Empezar el cuento con el gesto de apagar la luz y una frase concreta como "¿estamos listos?" es otro paso muy útil, ya que permite comprobar que los niños han hecho todo lo que debían hacer antes de acostarse, y que están perfectamente acostados y preparados para dormir. Como una de las normas es que el cuento empezado no se debe interrumpir para hacer otras cosas pendientes, se cuidan de hacerlas antes y de poder responder cuando les pregunte que lo han hecho todo.
Como también he contado otras veces, empezamos haciendo la selección de personajes y colores para el cuento. Es un momento interesante, porque empiezan a pensar e imaginar por sí mismos, y así se ponen en situación. Además, crean un vínculo muy especial con "sus" personajes, identificándose con ellos en muchas ocasiones, lo que les predispone totalmente para meterse de lleno en la historia.
Hasta ahora, todo este pequeño ritual no hace más que darle importancia al cuento. Pero a partir de aquí, quien tiene que hacer que sea importante es quien lo cuenta. Y si le hemos dado un aire de magia y misterio, lo hemos cubierto de expectación, y lo hemos convertido en un momento especial, no podemos contarlo como quien lee una carta del banco. Ahora toca sacar la parte más humana, más sensible y teatral que tengamos, olvidando cualquier reparo y complejo, y ponerse al servicio de la imaginación de los niños. Y como estamos contando el cuento en penumbra, el tono y el ritmo de la voz adquieren todo el protagonismo. Así que un niño triste debe parecer triste, un león fiero debe dar miedo, y un montón de amigos alegres tienen que ser una fiesta (una aclaración: yo desaconsejo contar cuentos demasiado excitantes y con mucha acción, ya que luego les costará dormir).
Los cuentos los acabo siempre bajando el ritmo, y con una frase alegre y positiva , que permita ver que todo acaba bien, y que incluso quienes se comportaban mal han corregido sus comportamientos. Esto les tranquiliza y les deja de buen humor, así que duermen más a gusto.

Finalmente, lo último que hago con ellos es rezar, lo cual es útil para evitar que empiecen a enzarzarse con preguntas y aclaraciones sobre el cuento, y además proporciona una salida rutinaria y conocida, que me permite darles un beso y las buenas noches y dejar su habitación tranquilamente (no siempre fue así, todavía puedo recordar épocas muy difíciles en lo de dormir a un niño... :-)) Para quienes no sean creyentes, supongo que bastará con hacer algo concreto y siempre igual que sirva como transición entre la novedad del cuento y la rutina de dormir.
cuentos para dormir

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