Un animal doméstico aporta a un bebé beneficios para su salud física y psicológica, pero es importante elegir el tipo de mascota y valorar en qué medida puede devolverle al niño el cariño que éste le da.
Cuando un bebé crece en un hogar en el que hay animales domésticos, tales como perros o gatos, desarrollan una relación con ellos de compañerismo, amor, amistad y aprenden de las reacciones de sus mascotas a sus actos.
Los bebés pasan por muchas etapas en su crecimiento y una de ellas es el descubrimiento de su entorno físico en la que no controlan su fuerza en el momento de coger alguna cosa o desconocen el peligro.
Los animales les enseñan los límites del dolor que pueden causar, de la molestia y del riesgo, así como una cierta disciplina y el sentido de la lealtad. Especialmente los perros, siempre que estén bien educados por los mayores, suelen ser muy protectores con los bebés, se comportan con ellos de acuerdo a su fragilidad y tienen la paciencia necesaria como para recibir tanto sus abrazos como sus exigencias.
Los animales actúan por instinto, del mismo modo que las personas cuando acabamos de nacer y sin razonar sentimos lo que nos hace sufrir y lo que no, conocemos el amor y respondemos ante cualquier tipo de agresividad, por eso les enseñan los límites como lo harían con un cachorro. Los animales, por norma general, no dañan a sus crías, pero para un bebé puede ser dolorosa una reacción natural de su mascota, por lo que es necesario no dejarlo solo hasta que no sea lo suficientemente mayor.
Los humanos formamos parte de la naturaleza del mismo modo que la tierra, el mar y los animales; un bebé que crece con una mascota es consciente de su lugar en la tierra y de la necesidad de su interacción con todo lo que le rodea, aprende a dar cariño y lo recibe como recompensa.
Algunos niños con dificultades físicas o mentales mejoran con terapias realizadas con animales gracias a los estímulos que reciben de ellos de forma natural. Los animales perciben el cariño y se comunican con ellos a través de sus actos. Del mismo modo lo hacen con los niños sin dificultades, previniendo al mismo tiempo la tendencia a aislarse, fomentando la comunicación verbal, a través de gestos y del contacto físico, los enseña a ser sociables y a respetar a otros animales.
Una mascota es responsabilidad de los adultos principalmente, serán ellos quienes deban decidir, antes de adoptarla, si pueden ocuparse de ella durante todos los años que dure su vida, si podrán hacer frente a posibles enfermedades y a su cuidado diario, pues en caso contrario el abandono del animal puede causar en el niño todos los sentimientos contrarios a los que había aprendido junto a él. Los beneficios de las mascotas para los bebés son muchos, los padres deben procurar que perduren todo lo posible.
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