La depresión en niños y adolescentes
es un problema serio, marcado por tristeza, desánimo y pérdida de la autoestima
persistentes, al igual que falta de interés en actividades usuales, que dura
semanas o meses y limita el funcionamiento normal del niño.
Las causas por la que esta ocurre no está totalmente clara, aunque puede ser desencadenada por eventos estresantes como problemas en la escuela, perdida de seres queridos, divorcio de los padres etc. Además niños con problemas de aprendizaje, alteraciones físicas o problemas médicos, frecuentemente desarrollan depresión. Sin embargo esta puede producirse sin una causa específica. También si en la familia hay antecedentes de depresión habrá mayor riesgo de presentarla.
En la infancia tanto los niños como las niñas tienen el mismo riesgo de desarrollar depresión. En la adolescencia las niñas tienen 2 veces más riesgo de presentarla. La depresión es más seria cuando se presenta antes de los 10 años de edad y no es desencadenada por ningún evento estresante.
Las causas por la que esta ocurre no está totalmente clara, aunque puede ser desencadenada por eventos estresantes como problemas en la escuela, perdida de seres queridos, divorcio de los padres etc. Además niños con problemas de aprendizaje, alteraciones físicas o problemas médicos, frecuentemente desarrollan depresión. Sin embargo esta puede producirse sin una causa específica. También si en la familia hay antecedentes de depresión habrá mayor riesgo de presentarla.
En la infancia tanto los niños como las niñas tienen el mismo riesgo de desarrollar depresión. En la adolescencia las niñas tienen 2 veces más riesgo de presentarla. La depresión es más seria cuando se presenta antes de los 10 años de edad y no es desencadenada por ningún evento estresante.
La depresión se presenta de una forma diferente en los niños y adolescentes que en los adultos. Los adultos generalmente refieren sentimientos de tristeza, en los niños el síntoma principal es la irritabilidad, pueden mostrarse desafiantes y el ánimo puede cambiar de la tristeza, a la irritabilidad o a la ira.
Los síntomas principales son:
- Esta irritable frecuentemente
- Puede destruir cosas de la casa o juguetes
- Baja autoestima
- Se siente cansado constantemente
- Perdida del interés en actividades que normalmente disfrutaba
- Falta de concentración
- Alteraciones en el sueño (insomnio)
- Se pueden sentir culpables sin causa
- Hablan acerca de la muerte y suicidio
- Comportamientos inadecuados (desafiantes, no cumplen las obligaciones etc.)
- Comportamiento irresponsable
Hacer el diagnostico no es fácil, ya
que los síntomas son muy variados y pueden confundirse con los cambios propios
de la edad (en el caso de los adolescentes). Se debe llevar a cabo un examen
físico y ordenar exámenes para descartar otras causas por enfermedad medica
general. Se realizara una evaluación psiquiátrica para realizar el diagnostico.
Cualquier cambio abrupto en el
comportamiento de los niños y adolescentes (como irritabilidad, mal rendimiento
académico, desafiante etc.) debe ser sospechoso de depresión y se debe
descartar.
El tratamiento se realizara con medicamentos ordenados por el psiquiatra tratante indicados para su edad y generalmente también se requiere de una psicoterapia y terapia familiar si hay dificultades en el hogar.
Los episodios depresivos generalmente responden al tratamiento, y el tratamiento amplio y oportuno de la depresión en la niñez y adolescencia puede prevenir episodios posteriores. Sin embargo, cerca de la mitad de los adolescentes que experimentan una depresión grave tienen probabilidades de seguir presentando depresión continua como adultos.
El tratamiento se realizara con medicamentos ordenados por el psiquiatra tratante indicados para su edad y generalmente también se requiere de una psicoterapia y terapia familiar si hay dificultades en el hogar.
Los episodios depresivos generalmente responden al tratamiento, y el tratamiento amplio y oportuno de la depresión en la niñez y adolescencia puede prevenir episodios posteriores. Sin embargo, cerca de la mitad de los adolescentes que experimentan una depresión grave tienen probabilidades de seguir presentando depresión continua como adultos.
Se debe estar alerta ante los siguientes signos:
- Retraimiento, con urgencia por estar solo, aislamiento
- Mal humor
- Cambios de personalidad
- Amenaza de suicidio
- Entrega de las pertenencias más preciadas a otros
Ante cualquiera de estos síntomas
consulte inmediatamente con su médico, es muy importante conocer los hábitos y actividades de nuestros hijos para poder identificar ese momento que más nos necesitan.... aunque ellos no pidan nuestra ayuda.
Dr. Antonio Carlos Toro O. Médico Psiquiatra
Sin diagnóstico ni terapia
El problema es que la mayoría de los cuadros leves pasan inadvertidos para los padres y los profesores y eso hace que no sean diagnosticados, no reciban tratamiento y, por tanto, no lleguen a curarse. Cuando esto sucede, lo habitual es que el trastorno reaparezca varias veces durante la vida o incluso se vuelva crónico. De hecho, las recaídas son muy frecuentes y, según explicó la doctora Marruffi, se producen en el 40% o el 60% de los casos.
Para evitar que esto ocurra es necesario que exista «un mayor asesoramiento» por parte de los psicólogos escolares, para que alerten a los padres de cualquier cambio de actitud en el niño y puedan detectar a tiempo el trastorno. La familia se siente a menudo desorientada y no sabe a quién acudir cuando observa un comportamiento extraño en los menores. «Los padres tienen bastante difícil el recurrir a alguien, pero deberían hablar en principio con su pediatra o con el psicólogo escolar, para que les orienten», señaló la especialista. Pese a las dudas que puedan surgir, los padres están «cada vez más concienciados» con este problema y se dirigen al especialista cuando sospechan que sus hijos pueden sufrir un trastorno depresivo. Sin embargo, existen pocos médicos formados en psiquiatría infanto-juvenil y «mucha demanda de orientación», según la experta.
La depresión infantil incluye un conjunto de trastornos distintos, que van desde la sintomatología depresiva más leve (humor bajo, que puede llegar a convertirse en un rasgo de la personalidad) hasta el trastorno depresivo mayor, que resulta más fácil de identificar. La mitad de los niños afectados presenta además otros trastornos asociados, como ansiedad, fobia o hiperactividad. Y en la mayoría de los casos reciben tratamiento para estos problemas pero no para la depresión.
El desencadenante puede ser la pérdida de un progenitor u otro familiar por muerte o separación, el cambio de escuela o el fracaso escolar. Pero, según la doctora Marruffi, «todos los niños y adolescentes, tarde o temprano, se ven sometidos a estos acontecimientos y sólo un 5% o un 10% desarrolla una depresión». Al parecer, existe una predisposición biológica a sufrir este tipo de trastornos y eso explicaría el que en algunas familias se manifieste generación tras generación.
El problema es que la mayoría de los cuadros leves pasan inadvertidos para los padres y los profesores y eso hace que no sean diagnosticados, no reciban tratamiento y, por tanto, no lleguen a curarse. Cuando esto sucede, lo habitual es que el trastorno reaparezca varias veces durante la vida o incluso se vuelva crónico. De hecho, las recaídas son muy frecuentes y, según explicó la doctora Marruffi, se producen en el 40% o el 60% de los casos.
Para evitar que esto ocurra es necesario que exista «un mayor asesoramiento» por parte de los psicólogos escolares, para que alerten a los padres de cualquier cambio de actitud en el niño y puedan detectar a tiempo el trastorno. La familia se siente a menudo desorientada y no sabe a quién acudir cuando observa un comportamiento extraño en los menores. «Los padres tienen bastante difícil el recurrir a alguien, pero deberían hablar en principio con su pediatra o con el psicólogo escolar, para que les orienten», señaló la especialista. Pese a las dudas que puedan surgir, los padres están «cada vez más concienciados» con este problema y se dirigen al especialista cuando sospechan que sus hijos pueden sufrir un trastorno depresivo. Sin embargo, existen pocos médicos formados en psiquiatría infanto-juvenil y «mucha demanda de orientación», según la experta.
La depresión infantil incluye un conjunto de trastornos distintos, que van desde la sintomatología depresiva más leve (humor bajo, que puede llegar a convertirse en un rasgo de la personalidad) hasta el trastorno depresivo mayor, que resulta más fácil de identificar. La mitad de los niños afectados presenta además otros trastornos asociados, como ansiedad, fobia o hiperactividad. Y en la mayoría de los casos reciben tratamiento para estos problemas pero no para la depresión.
El desencadenante puede ser la pérdida de un progenitor u otro familiar por muerte o separación, el cambio de escuela o el fracaso escolar. Pero, según la doctora Marruffi, «todos los niños y adolescentes, tarde o temprano, se ven sometidos a estos acontecimientos y sólo un 5% o un 10% desarrolla una depresión». Al parecer, existe una predisposición biológica a sufrir este tipo de trastornos y eso explicaría el que en algunas familias se manifieste generación tras generación.
Doctora Marruffi / psiquiatra
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