15.7.12

6 errores que cometen los padres cuando llega la hora de acostar a sus hijos



Hacer que los niños se duerman y permanezcan dormidos, es una de las tareas más difíciles para los padres. Hasta los papás de los mejores dormilones se enfrentan ocasionalmente con algunas batallas a la hora de acostar a sus hijos. De hecho, hasta un tercio de los niños parecen tener algún tipo de dificultad para dormir bien. 

Nuestros expertos en sueño infantil han identificado seis errores frecuentes que los papás cometen en relación al descanso nocturno de sus niños. Lo bueno es que estos errores se pueden corregir con relativa facilidad. Tanto los expertos como los padres veteranos confirman que con sólo hacer algunos cambios sencillos en la
rutina y el ambiente de los niños se pueden prevenir y corregir una gran parte de los problemas de sueño. 

Una vez que alcances tu meta (o sea, cuando tu hijo se duerma a la hora debida y permanezca dormido toda la noche) no sólo tendrás un niño más feliz y descansado, sino también una familia ¡más feliz y descansada!
 
Cómo establecer
 hábitos de sueño saludables: 18 a 24 meses. 

1.- Acostar demasiado tarde a los niños Los niños en edad escolar duermen en general, más de una hora menos cada noche de lo que dormían los niños hace un siglo. Asimismo, los niños de hoy en día, duermen menos de lo que dormían sus padres cuando eran chicos. El resultado, explica Marc Weissbluth, pediatra y autor del libro Healthy Sleep Habits, Happy Child (Hábitos de sueño sanos, niño sano), es más batallas a la hora de dormir, dificultades para dormir las siestas y niños que se desvelan o se despiertan en el medio de la noche. 

Puede que tu hijo no tenga un horario fijo para dormir, o que a ti no te sobre mucho tiempo después del trabajo y lo acuestes más tarde para poder jugar un poco con él.
 

"El permitir que los bebés y niños pequeños se acuesten demasiado tarde los fatiga demasiado", dice la trabajadora social Jill Spivack, coautora del libro
 The Sleepeasy Solution (La solución para un sueño fácil). "Cuando se cansan demasiado, les cuesta más dormirse y permanecer dormidos, y se despiertan más temprano que si los acostáramos a una hora más adecuada", dice. 

Para los niños en edad preescolar y escolar, un exceso de actividades programadas después de clases (deportes, clases de artes, etc.) puede ser la causa de que se acuesten más tarde.
 

O puede que retrases la hora de acostar a los niños para evitar los pleitos, o con la esperanza de que estén tan exhaustos que se queden dormidos del cansancio y así duerman hasta más tarde al día siguiente. Pero esto es falso, porque cuando los niños se cansan demasiado, se ponen más inquietos, dice Jodi Mindell, directora adjunta del Centro para el Sueño del Hospital Pediátrico de Filadelfia y coautora, junto con Judith Owens, del libro
 Take Charge of Your Child's Sleep(Toma el control del sueño de tu hijo). 
Una buena costumbre: Impón horarios fijos para ir a la cama (y para las siestas) y obedécelos. 

Y no esperes hasta que tu hijo se esté restregando los ojitos, bostezando y lloriqueando, porque a esas alturas probablemente ya estará demasiado cansado y será demasiado tarde. Acuéstalo antes de que esto ocurra. Con 15 ó 20 minutos más de sueño ya se les nota la diferencia.
 

Aunque todos los niños son distintos, la Fundación Nacional del Sueño Estadounidense indica que, por la noche, los bebés y niños pequeños generalmente necesitan 12 horas de sueño, los niños en edad preescolar necesitan hasta 13 horas una vez que
 dejen de hacer la siesta, y los niños mayores deberían dormir de 10 a 11 horas diarias. Calcula a qué horas se tienen que despertar y acuéstalos a la hora necesaria para que duerman lo suficiente. 
Averigua
 cuántas horas de sueño necesita tu niño. 

2.- Depender del movimiento Todos los padres hemos respirado aliviados al ver que nuestro bebé finalmente se dormía en su columpio infantil o en su sillita del auto. Por lo general, esto ocurre cuando menos lo esperamos ¡y más lo necesitamos! 

Pero algunas mamás y papás caen en la trampa de usar el movimiento como forma de dormir a sus hijitos. "Si el niño siempre duerme con alguna forma de movimiento (en su carreola o asiento del auto) es probable que no esté alcanzando la fase más profunda y restauradora del sueño debido al estímulo provocado por el movimiento", dice Weissbluth. Él compara el sueño inducido por el movimiento al mismo tipo de sueño que experimentan los adultos cuando viajan en avión.
 
Una buena costumbre: Usa el movimiento para calmar y no para dormir al bebé. 

Antes de que te desesperes pensando que vas a tener que deshacerte del columpio musical de tu bebé, escucha este consejo de Weissbluth: Está bien que usemos el movimiento para tranquilizar a un niño que está irritable, pero una vez que se ha dormido, apaga el vibrador del columpio o estaciona la carreola. "El bebé dormirá un sueño de mejor calidad", asegura Weissbluth.
 

No te sientas culpable, sin embargo, si durante un paseo en automóvil tu pequeño decide hacer la siesta. Déjale que disfrute su descanso y tú aprovecha esos momentos de silencio.
 

3.- Demasiados estímulos en la cuna En primer lugar, por favor quita ese móvil de colores de la cuna de tu bebé. Ese móvil tan entretenido (con sus muñequitos giratorios, sonidos y luces) puede distraerlo demasiado. 

Y si un niñito mayor tiene demasiados juguetes en su cama o cualquier otra clase de distracciones, puede que no esté logrando dormir lo suficiente.
 
Una buena costumbre: Oscurece el cuarto y disminuye los ruidos a la hora de la siesta y por la noche. 

Para que duerman al máximo, acuesta a los bebés y niños pequeños (que todavía son demasiado pequeños como para haber desarrollado
 miedos nocturnos) en cuartos casi completamente oscuros. Y si hay ruido en una sala vecina, prende un ventilador o una máquina de ruido blanco (hace sonidos como de interferencia en un televisor). 

Para los niños mayores puedes dejar prendida una lucecita nocturna si tienen miedo a la oscuridad, pero no les permitas ninguna forma de entretenimiento en la cama. Piénsalo bien antes de instalar una televisión o computadora en el cuarto de tus hijos.
 

Hasta los niños que se quedan dormidos mirando su DVD favorito están perdiendo probablemente cerca de media hora de valioso sueño, y esto podría afectar su humor y comportamiento a la mañana siguiente. Además, es mucho más fácil no tener aparatos electrónicos en la habitación de tu hijito que negociar todas las noches cuánto tiempo puede
 ver la tele. 
Averigua qué puedes hacer para consolar a tu niño
 cuando tiene pesadillas. 

4.- Saltarse la rutina nocturna Puede que pienses que con un bebé pequeño no hace falta seguir una rutina nocturna antes de acostarlo, como bañarlo, leerle un cuento y cantarle una canción de cuna. Sin embargo, esta serie de actividades tranquilas y agradables antes de apagar las luces es muy importante porque preparan a tu hijito para dormirse. 

A veces los padres de los niñitos mayores abandonan sus antiguas rutinas nocturnas por creer erróneamente que su niño está demasiado grande para eso, o porque ellos mismos están demasiado cansados para hacerlo. Pero la verdad es que hasta los adultos se benefician cuando se acostumbran a seguir una rutina que los ayuda a calmarse y relajarse por las noches.
 

"No se puede esperar que un niño que ha tenido un día ajetreado, simplemente apague las luces y se duerma", dice Mindell. Además, agrega, según los estudios "está claro que los niños en edad escolar que no tienen una rutina nocturna no obtienen las horas de sueño que necesitan".
 
Una buena costumbre: Crea un ritual tranquilo. 

No importa la edad de tu niño, lo importante es seguir una serie de pasos predecibles que le ayuden a relajarse al final del día. Para un bebé, la rutina podría ser simplemente cambiarle el pañal, ponerle el pijama y arrullarlo un ratito; con un niñito más grande, la rutina podría incluir un baño, leer un cuento, cantar una canción o rezar.
 

El ritual ideal para ti será el que tú elijas: "Lo que importa es hacerlo con constancia, en el mismo lugar, en el mismo orden y más o menos a la misma hora todas las noches", aclara Spivack.
 

5.- Falta de constancia Un par de veces a la semana, en los días en que tu niño pequeño está más tremendo, te acuestas a su lado en su cama hasta que se queda dormido. O tal vez hagas que se duerma en su cama, pero le permites que se meta en la tuya en el medio de la noche. 

El problema no está en el método de dormirlo, sino en la falta de constancia para ponerlo en práctica. A algunos padres no les molesta compartir la cama con sus hijos, pero otros terminan con una "cama familiar" en contra de su voluntad.
 

Quizás las dos primeras veces que el niño se levanta por la noche, los padres lo vuelven a acostar en su camita, pero cuando se vuelve a meter a las 3 de la mañana están demasiado cansados para levantarse de nuevo y le permiten quedarse. Esta situación crea el llamado "refuerzo intermitente". O sea, le enseña al niño a seguir persistiendo, ya que aprende que tarde o temprano conseguirá lo que quiere.
 
Una buena costumbre: Determina dónde puede o no dormirse. 

Aunque es mucho mejor decidir de antemano si vas a permitir o no que tus niños compartan tu cama, nunca es demasiado tarde para establecer normas. Si tu hijo de 3 años empieza a levantarse en mitad de la noche y a meterse en tu cama, explícale claramente las normas, y llévalo tranquilamente de vuelta a su cama.
 

Claro que hay algunas excepciones. Si está enfermo o le asustan los ruidos de una tormenta, reconfórtalo quedándote un rato con él en su cama o incluso durmiendo en su cuarto. Pero regresa a tu rutina normal en cuanto tu pequeño se sienta mejor o se termine la tormenta.
 

Por supuesto que, una vez que tu niñito ha disfrutado de la comodidad de dormir con mamá y papá, protestará cuando tenga que regresar a su propia cama. En ese caso, Mindell recomienda que vayas eliminando tu presencia poco a poco. Las primeras dos o tres noches puedes, por ejemplo, esperar cerca de la puerta del cuarto del niño hasta que se duerma, en lugar de exigirle que a partir del día siguiente tiene que volver a dormirse solito.
 

6.- Pasarlo de la cuna a una cama demasiado temprano Cuando tu pequeño cumple 2 añitos, quizás quieres celebrarlo comprándole esa camita de niño mayor que viste el otro día en oferta. Pero en cuanto lo cambias de su antigua cuna a su nueva cama en forma de coche deportivo, empieza a levantarse en cuanto apagas la luz o a caminar por la casa en el medio de la noche.

¿Qué ha pasado? Antes de cumplir 3 años, muchos niños aún no están listos para abandonar sus cunitas. "No tienen el desarrollo cognitivo ni el nivel de autocontrol necesarios para mantenerse dentro de las barreras imaginarias de una cama", explica Mindell. O sea, su cuna tiene límites visibles en la forma de barandillas, pero para que un niño pequeño entienda que tiene que permanecer "dentro" de una cama, tiene que ser capaz de entender claramente que los bordes de la cama representan las "barreras" que no debe de traspasar.
 
Un buen consejo: Espera a que tu niño esté listo para pasarlo a una cama grande. 

Cuando tenga casi 3 años de edad, puede ser que tu hijito esté listo para reemplazar su
 cunita por una cama grande. Fíjate que decimos puede ser que esté listo: O sea, si aunque tiene 3 años aún le cuesta permanecer en la nueva cama, vuelve a intentarlo más adelante. 

Así como a veces hay que volver a ponerle pañales a un niñito después de varias intentos frustrados de enseñarle a ir al baño por su cuenta, si tu hijito tiene que volver a dormir en la cuna eso no significa que has fallado. "Si el cambio no da resultado, no hay ningún problema en volver atrás", dice Mindell. Con el tiempo, tu niñito logrará dormir en una cama grande y hasta puede que te lo pida. Aunque podría tardar un poco, ningún niñito querrá seguir durmiendo en su cuna para siempre.
 

BabyCenter

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