Qué tan cierto es que produce
caries y se ‘pega en las tripas’ o que también existen algunos que tienen
beneficios. Mitos y verdades sobre esta golosina.
La tradición del chicle viene desde los aborígenes mayas,
quienes tenían como costumbre mascar un producto proveniente de una planta
llamada chicozapote, la cual se daba en el sureste de México y Centroamérica.
La anécdota dice que alrededor de 1850 Antonio López de Santa Anna, un singular
personaje de la historia del país azteca, conoció a Thomas Adams, un fotógrafo
americano (¿ya les suena el apellido?). En el encuentro, Antonio López
masticaba chicle y el artista le preguntó sobre la práctica indígena; el
interrogado terminó por proponerle al norteamericano que tal producto podía ser
útil en la elaboración de neumáticos, por lo que Adams empezó a importar chicle
y se dedicó algunos años a fabricar llantas sin éxito.
La siguiente parte de la historia es que Adams notó un día en
una farmacia que la gente compraba cera para mascar. Así fue como emprendió una
fábrica casera, en la que se producían pastillas del producto extraído del
chicozapote, al cual se le adicionaba azúcar y esencias refrescantes, y se
presentaba al consumidor en cajas decoradas.
Los verdaderos efectos del chicle
Según el odontopediatra Francisco Hernández, “el chicle por sí
mismo no es dañino. Lo que puede hacer daño, y no sólo en los dientes sino en
todo el sistema estomatognático, es el abuso de esta sustancia”. Así, resulta
importante explicar que en la masticación de los alimentos, incluyendo esta
golosina, intervienen los dientes, el hueso, la articulación temporomandibular,
que relaciona la mandíbula con el cráneo, y los músculos.
De esta forma, el primer daño que puede ocasionar un excesivo
consumo de chicle es disfunción en esta articulación y problemas musculares en
el sistema de masticación, debido al movimiento constante de la mandíbula.
Con respecto a la caries, el doctor Hernández manifiesta que “lo
que la produce no son los dulces, sino la placa bacteriana que no se remueve ni
se elimina bien con un buen cepillado y seda dental”. Los residuos sirven de
alimento a las bacterias que viven en la boca, y que cuando se organizan forman
la llamada placa bacteriana.
Por otro lado, la doctora Silvana Dadán, especialista en
nutrición clínica, afirma que
“los endulzantes contenidos en los chicles
favorecen el aumento de peso en niños con tendencia a engordar y el incremento
de los niveles de azúcar en la sangre (glicemia), lo cual es problemático para
niños con diabetes o triglicéridos altos. Así mismo, estas golosinas también
tienen colorantes que no son recomendados en niños con predisposición a
alergias. Y la unión de estas dos características produciría diarrea”.
La siguiente contraindicación del chicle tiene que ver con el
mito relacionado a que esta goma de mascar quita el hambre. La doctora Silvana
explica que “al comer este dulce se promueven los movimientos del estómago,
secreción de sus jugos y abundante salivación, lo cual hace que los órganos del
tubo digestivo se preparen para
recibir alimento, que por supuesto nunca llega”.
Como quien dice: se engaña al sistema digestivo y se le llena de
gases, porque por lo general se mastica con la boca abierta, lo que produce
dolor de estómago o hinchazón.
Complementando lo anterior, la especialista agrega que “al
botarse el chicle, los pequeños sienten grandes deseos de comer lo que sea,
porque el tracto digestivo está preparado para recibir alimento, y junto al
cerebro, no dejan de enviar señales hasta que el niño se alimente. Lo anterior
predispone el aumento de peso y la falta de control en el consumo de
alimentos”.
Frente a todas las contraindicaciones, es importante decir que
con un consumo moderado de chicle y una buena higiene dental se puede disfrutar
sin riesgos de su agradable sabor, utilizarlo en los viajes para los cambios de
presión, sirven para recuperar la masticación. Puede darle al niño la mitad de
una goma y recomendarle que apenas pierda el sabor, la bote. Mientras más lo
prohíba, más lo provoca; mejor brinde un buen ejemplo de consumo y eduque a su
hijo en los buenos hábitos alimentarios.
Chicles que producen beneficios
Dentro de los chicles bajos en azúcar hay unos endulzados con
una sustancia llamada xilitol, de composición natural, la cual, según
aprobación de la Academia Americana de Odontología Pediátrica y el
odontopediatra Francisco Hernández, “ayuda en la prevención de la caries con
unas dosis específicas de consumo, que están entre 4 y 10 gramos (3 a 6
chicles), en periodos de 3 a 7 veces al día.
Esto no significa que los niños deban comerlos excesivamente,
porque se pueden dañar las articulaciones, producir distensión abdominal y una
diarrea osmótica, síntomas diagnosticados en pacientes que han comido en 24
horas de 3 a 60 gramos de goma de mascar”.
En definitiva, lo mejor es adoptar buenos hábitos de higiene
oral: cepillado y seda dental después de cada comida. No existe reporte
científico conocido en el que se señale que el chicle se 'pega a las tripas' y
genera complicaciones de salud.
abc del bebe
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