Para muchos niños uno de los
mayores placeres cuando llueve es salir a jugar y tener
la oportunidad de sentir las gotas en la cara, los adultos
tenemos prejuicios al respecto porque pensamos que si se “remojan” en exceso se
pueden poner malitos, pero lo cierto es que la solución podría pasar por
secarlos, cambiarlos y darles calor cuando regresaran a casa.
Después de unos días de calor
excesivo (e impropio) de la primavera, las lluvias nos han regalado un poco de
frescor y alegría. He podido recordar gracias a mis hijos algunos de los juegos
que los niños adoran para hacer mientras sienten el agua caer. Es habitual
hablar de las actividades que se pueden hacer en casa cuando no podemos salir,
pero a veces lo que ellos quieren es precisamente es experimentar las
inclemencias del tiempo, yo por mi parte mientras no nos encontremos frente a
una gran tormenta, o si no hace un viento excesivo, no me importa que disfruten
de esta manera.
Chapotear en los charcos es una experiencia muy divertida, con botas de goma claro, y construir canales de agua en el barro les convierte por un día en pequeños ingenieros. Mis hijos estuvieron utilizando el paraguas para “rellenarlo” de agua colocándolo del revés, y después no había manera de que sirviera para taparse, aunque a ellos no les importaba.
Chapotear en los charcos es una experiencia muy divertida, con botas de goma claro, y construir canales de agua en el barro les convierte por un día en pequeños ingenieros. Mis hijos estuvieron utilizando el paraguas para “rellenarlo” de agua colocándolo del revés, y después no había manera de que sirviera para taparse, aunque a ellos no les importaba.
En calles empinadas a los niños
les encanta situarse unos a la parte de arriba, y otros a la de abajo, así
pueden observar el recorrido de trocitos de madera, corcho o hojitas sobre las
pequeñas caídas de agua. Hay otros pequeños que van más allá y construyen pequeños
barcos con
“medias” cáscaras de nuez convertidas en una nave al introducir una pequeña
bola de plastilina que sujeta el mástil (un pedazo de mondadientes) y la vela
que consiguen con papel.
Acercarse a la hierba del
parque para ver cómo se pasean los caracoles es muy bonito, y construir un
puente con piedras grandes para poder atravesar un trozo de calle inundada, les
hace creer que son aventureros. Y cuando estamos a buen resguardo, podemos
calcular la distancia a la que está la tormenta de nosotros, contando los
segundos que pasan entre que vemos el relámpago y que oímos el estruendo del
trueno.
Así que ya veis, la
lluvia tambien puede ser divertida, tanto si la miramos desde
casa al abrigo del techo y con una taza de chocolate en la mano, como si
salimos a la calle.
Pequesymas
Hay que lindos recuerdos!!!!! :)
ResponderBorrargracias FiLi