24.4.12

Niños que llevan juguetes a la escuela

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Para muchas personas imaginarse a niños de uno o dos años, en una sala de jardín, jugando con “juguetes pertenecientes al ámbito del hogar”, esto puede llegar a provocar temor y hasta algún tipo de rechazo. 
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Quienes trabajamos en el Nivel inicial hemos dicho alguna vez: “Los juguetes de casa quedan en casa. Los niños no pueden traer juguetes al jardín, se van a pelear…no pueden compartir… mejor que jueguen todos con lo mismo”. 
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En primer lugar me gustaría relatarles la experiencia, que me permitió pensar en otras ideas (distintas de la que acabamos de mencionar), que podrían dar respuesta a la pregunta planteada. En el marco de una indagación acerca de cómo los niños pequeños construyen la representación de la propiedad en la interacción entre pares, dentro del ámbito del Jardín Maternal, se grabaron en video momentos de juego en salas de deambuladores y de dos años. 
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Los momentos lúdicos se plantearon con dos tipos de objetos:
• Aquellos que pertenecían al jardín 
• Y otros traídos del hogar 
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(En el último caso, los maestros de cada sala combinaron con los padres para que un día determinado de la semana, todos llevaran sus elementos. “La propuesta se puso en marcha en tres salas. Con la mayoría de los maestros compartíamos la incertidumbre y también el supuesto que iba a ser un momento difícil, tal vez imposible de manejar, un desafío que los niños no iban a poder afrontar. 
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Lo anterior reforzaba ideas como “se encuentran en una etapa de egocentrismo infantil…no pueden descentrase de sí mismos…no hay que llevar juguetes de casa al jardín porque aún no saben compartir y no pueden aprender a compartir todavía…en el jardín sólo se juega con cosas del jardín” (Fernández A, 2008) En realidad, desconocíamos qué iba a ocurrir cuando estos niños se encontraran cada uno con un juguete que usan habitualmente en su casa, o con “el juguete” ese objeto especial que a algunos los acompaña en muchos momentos cotidianos del día (“la muñeca” o “el osito”).
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Cabe aclarar que se tuvieron en cuenta ciertas condiciones, para que la propuesta pudiera ponerse en marcha:
• Que todos hubieran llevado al menos uno o dos juguetes que pertenecientes al hogar. 
• Que hubiese adultos disponibles para jugar y ayudar a resolver situaciones o conflictos (dos o más adultos). 
• Que se dispusiera de otros materiales para poder completar el escenario de juego si resultaba necesario (por ejemplo, si uno de los niños llevaba un carrito de bebé, contar con muñecos de bebés para completar la escena). 
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Con sorpresa, observamos que los juguetes de las casas no se tuvieron que guardar inmediatamente, no hubo necesidad de ponerlos en un estante ni de “hacerlos desaparecer”. El análisis de estas experiencias, más allá del objeto de estudio que me convocaba, nos da algunas respuestas a nuestra pregunta inicial: ¿Qué sucede cuando los niños llevan juguetes del hogar al jardín? En el desarrollo de estos juegos con objetos traídos del hogar si bien se presentaron situaciones conflictivas, donde dos niños/as disputaban un material, estas no fueron tantas como las imaginadas, y en muchas de ellas los mismos niños lograban resolverlas. 
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En otras ocasiones los maestros intervenían destrabando el conflicto, mediando para ayudarlos a resolverlo. Pudo observarse que fue un ofrecimiento desafiante para los niños, pero rico respecto al uso de los objetos, y a la circulación de los mismos. Fue posible descubrir, entre otros aspectos, que los niños empleaban diferentes estrategias para hacer posible la circulación de los objetos, que permitía el juego con distintos elementos. Algunas de las que descubrimos, y que concentramos en un primer grupo, consisten en tomar el objeto que otro tiene, intentar conservar el objeto que se posee evitando que otros lo tomen, recuperar el objeto que se tenía; ofrecer el objeto que se posee y pedir un objeto a otro niño. 
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En el segundo grupo reunimos estrategias más complejas que se manifiestan a través del intercambio o trueque, el préstamo, el intervenir para resolver el préstamo entre otros niños, la devolución del objeto, el repartir y el usar un mismo objeto entre dos. Es de destacar, que las estrategias que los niños implementan para lograr la circulación de los objetos, crecen en calidad y cantidad en este tipo de propuestas y muchas de ellas no se hacen presentes cuando los objetos pertenecen al ámbito del jardín. 
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Con respecto a esos “objetos especiales”, el objeto transicional: el osito, la almohadita, la muñeca; en los grupos observados (7 grupos en total) si bien es conservado en muchas ocasiones por su dueño a lo largo del juego, en otras éste deja que sea usado temporalmente por otros y también se han registrado varias situaciones donde el objeto es dejado - en un rincón de la sala, a un costado del juego- y son los mismos integrantes del grupo los que lo encuentran, lo recogen y se lo entregan al “dueño”. 
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Estas acciones ponen de manifiesto cierto “conocimiento compartido por el grupo respecto a estos “objetos especiales y necesarios para algunos niños”, lo que no se registra con otros objetos traídos al jardín. Las experiencias lúdicas observadas y analizadas nos permiten estimar que éste tipo de propuestas favorecen aprendizajes vinculados a la circulación de objetos ya que en ellas son más frecuentes las situaciones que desafían a los niños a implementar distintas estrategias.
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A su vez dan cuenta que es posible ofrecer simultáneamente juguetes diversos, que planteen diferentes posibilidades de juego, tal como ocurre en los ambientes cotidianos. Lo descubierto en la puesta en marcha de la propuesta “jugar con los objetos traídos del hogar” fue un verdadero hallazgo didáctico, ya que descubrimos, más allá de lo que se estaba investigando, que es una propuesta que ofrece un escenario posible para favorecer aprendizajes vinculados no sólo al uso de diferentes objetos sino a la circulación de los mismos en el espacio grupal. 
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Me interesaría destacar que esta propuesta no plantea que los objetos comunes, propios del ámbito del jardín, sean reemplazados por objetos individuales traídos por los niños de sus casas, pero sí permite poner el acento en tres cuestiones: 
• Que es posible que los objetos del hogar entren al jardín, si están dadas las condiciones antes enunciadas. 
• Que este tipo de propuesta posibilita tender un puente, un lazo, entre el ámbito del jardín y el hogar. 
• Y por último, nos invita a pensar escenarios de juego más variados y no sólo con objetos uniformes, me refiero a que es posible jugar con objetos del jardín, variados, que ofrezcan simultáneas posibilidades de juego.
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Bibliografía citada: ABADI, S (2000). Transiciones. El modelo terapéutico de D. W. Winnicott. Argentina: Lumen. BLEICHMAR, S (2001) Clínica psicoanalítica y neogénesis. Argentina: Amorrortu Editores. FERNANDEZ, A (2008) Crear puentes entre contextos y escenarios diversos: ¿Jugar sólo con niños de edades iguales? ¿Jugar todos con los mismos materiales? en Soto, C. Violante, R. (2008) Pedagogía de la Crianza, un campo teórico en construcción. En prensa.
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Lic Andrea Fernández Profesora de Educación Inicial. Licenciada y profesora en Ciencias de la Educación (Facultad de Filosofía y Letras (UBA)

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