20.1.12
¿Porqué mi niño no quiere comer?
Es poco probable que exista una madre que en algún momento no se haya preocupado por la cantidad de alimentos que ingiere su niño y este es el motivo más frecuente por el que se consulta a los pediatras.
La disminución (o pérdida) del apetito les causa angustia, pues piensan que su niño puede desnutrirse o que enfermará por no comer como lo hacía anteriormente, sin embargo, el hecho que un niño no se coma todo el plato no significa que enfermará, ni tampoco que el esfuerzo realizado para prepararlo no le será reconocido algún día. Es posible que simplemente no le guste o que disfrute llevándole la contraria, para luego complacerse con los juegos que la madre inventará para que coma.
Pero antes de obligar a niños “gorditos” o a los “delgados pero sanos” a beber un estimulante del apetito que, aunque no le hará daño, no resolverá el problema, resulta importante conocer los motivos por los cuales los niños disminuyen su apetito o rechazan los alimentos.
Estas causas son básicamente las siguientes:
• No necesitan más alimentos
• No les interesan los alimentos
• Problemas psicológicos
• Enfermedades
1) No necesitan más alimentos:
“Aunque son los padres los que mejor pueden juzgar qué y cuándo deben comer sus niños, los que mejor saben cuánto deben comer son ellos mismos”.
a. Proporcionalmente a su peso, los niños demandan más calorías que los adultos para sus actividades diarias y para su crecimiento, pero a medida que crecen requerirán menos calorías. Por ejemplo: un bebé menor de 2 años necesita cerca de 100 calorías por cada kilo de peso por día, en cambio un niño mayor de 7 años solo 75 y un adolescente cerca de 50 calorías por kilo por día. En vista que las medidas de los niños son menores que la de los adultos, la cantidad total de calorías diarias que requieren será mucho menor que la de los adultos. En pocas palabras: necesitan menos calorías que un adulto para movilizar un cuerpecito más pequeño, por lo que las cantidades de alimento que deben consumir serán mucho menores que las de un adulto.
b. Tradicionalmente en muchas culturas, incluyendo la nuestra, se venía considerando que “un niño gordo es un niño sano”, concepto que probablemente se origina de la idea: “no estar desnutrido significa salud y defensa contra las enfermedades”. Sin embargo, existen muchos niños que son genéticamente delgados y de poco apetito que por otra parte son muy sanos y activos. Sus requerimientos calóricos son constitucionalmente menores que los de otros niños.
c. Los niños que consumen pocas calorías, debido a que realizan pocas actividades, como por ejemplo cuando se mantienen encerrados en casa viendo televisión o jugando videojuegos, tienen escaso apetito pues sus requerimientos también lo son.
d. El estómago de los niños es más pequeño que el de los adultos y por ello las porciones para adultos pueden ser demasiado grandes para ellos.
e. Algunos niños pierden el apetito simplemente porque están sobrealimentados. Reciben enormes cantidades de alimentos que cubren o sobrepasan sus requerimientos nutricionales diarios, por lo que desprecian los otros alimentos que les ofrecen, debido a que es imposible agregar mayores volúmenes a una dieta que ya los tiene de sobra
f. A partir del primer año de edad, ocurre una desaceleración del crecimiento que se acompaña de una disminución fisiológica del apetito.
g. Las comidas fuera del horario acostumbrado, en especial las golosinas o “chucherías” incorporan calorías adicionales que aumentan sus niveles de energía y disminuyen notablemente su apetito. Cuando reciben estos alimentos antes de una de las comidas principales, no ingerirán las cantidades acostumbradas. Esto resulta particularmente cierto en los casos en los que las madres, preocupadas porque sus niños no comen lo que ellas consideran necesario, terminan ofreciéndoles “bocadillos” con la intención de evitar la desnutrición, pero lo que realmente logran es disminuir más aún su apetito.
2) No les interesan los alimentos:
a. Los niños, al igual que muchos adultos, requieren ciertas normas de disciplina y conducta. Los cambios frecuentes en los horarios o lugares donde se alimenta un niño pueden alterar sus costumbres, haciéndolo perder el interés por los alimentos.
b. La mayoría de los niños están más interesados en jugar y explorar que en comer. Para ellos la hora de la comida solo constituye una “perdida de tiempo”. Por otra parte, sus lapsos de atención son menores que los de los adultos y están interesados en cosas diferentes. Por esto podemos afirmar que simplemente están interesados en cualquier cosa excepto la comida.
c. Muchos niños presentan “manías en el comer”. Solo aceptan el mismo alimento, comida tras comida. Estas manías son causadas por madres que prestan demasiada atención a la alimentación de sus niños. Ante el primer rechazo de su niño por determinado alimento y por temor a no verlo pasar hambre o que se desnutra, corren a prepararle sus comidas preferidas, con lo que solo acentúan su comportamiento: el niño llorará y rechazará cada nuevo alimento, sabiendo que mientras más llore y más se resista a comerlo, más rápidamente le prepararán su plato preferido y mientras más caso se le preste., más insistirá en comer sólo ciertos alimentos.
3) Problemas psicológicos:
a. Los seres humanos comemos para alimentarnos, no para complacer a nuestras madres. Muchas madres necesitan que sus niños engorden con la intención de obtener seguridad, reconocimiento a sus labores, agradecimiento y gratificación. La negativa del niño a comer no significa que rechace a la madre. En estos casos el problema básico es de tipo emocional: la ansiedad de la madre, que se traduce por procedimientos que inventa para lograr que su niño se alimente, tales como: súplicas o amenazas, juegos y distracciones, sobornos, fuerza o violencia, a los que el niño reaccionará con mayor perdida del interés por la comida. Por otra parte, su natural reacción será oponerse a la autoridad materna y buscará recursos para controlar el ambiente familiar, llamando más aún la atención por medio de su aparente pérdida del apetito.
b. Muchos casos de pérdida o disminución del apetito obedecen al recuerdo de eventos desagradables relacionados con el momento de la alimentación. Algunas madres cometen con cierta frecuencia el error de obligar a comer a su niño en el curso de una enfermedad aguda que cursa con pérdida del apetito. Estos eventos desagradables serán recordados por el niño, quien reaccionará con desinterés o rechazo por los alimentos.
c. Las niñeras o sirvientas que en muchos casos deben ocuparse de la alimentación infantil, generalmente son personas de muy bajo nivel intelectual, víctimas de una infancia sufrida, quienes trasladan sus conflictos y frustraciones al niño bajo su cuidado. Estas personas fuerzan la alimentación del niño de acuerdo a los deseos de la patrona, lo que puede originar rechazo a los alimentos, a la niñera e incluso a la madre.
4) Porque están enfermos:
Prácticamente TODAS las enfermedades producen, además de sus síntomas característicos, una verdadera inapetencia o inapetencia de origen orgánico. Determinadas afecciones producen particularmente una marcada pérdida del apetito, como por ejemplo: las infecciones agudas, la anemia por deficiencia de hierro y muchos trastornos renales.
Esta inapetencia puede observarse desde antes que se inicien los síntomas de la enfermedad (período de incubación), durante el período sintomático y puede persistir hasta un tiempo después que los síntomas hayan desaparecido (período de convalecencia).
Tomando en cuenta que en los primeros años de vida los niños se enferman repetitivamente, llegando a veces a sufrir hasta unas 6 infecciones por año, y que los períodos de incubación, sintomático y de convalecencia pueden persistir hasta por unos 20 días, se podrá entender porqué algunos niños se mantienen con poco apetito durante casi todo el año.
El temor a las enfermedades, y a sus posibles complicaciones o secuelas, hace pensar a todas las madres que la pérdida del apetito de su niño se debe siempre a una enfermedad, que amerita consultar al médico y practicar exámenes complementarios, pero lo usual es que la inapetencia sea causada por los factores mencionados anteriormente, por lo que resultaría simplista y hasta peligroso atribuir la inapetencia siempre a alguna enfermedad.
Pediatria
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