La tripanofobia, el miedo irracional a las inyecciones afecta aproximadamente al 10% de la población y se estima que la edad de inicio es alrededor de los 5 años. Esta fobia si no se sabe manejar adecuadamente puede ser un serio problema para la gente que tiene diabetes y que requiere insulina en su tratamiento, ya que algunas personas con tal de no confrontar su miedo prefieren no inyectarse y esto puede tener graves consecuencias.
9 consejos para superar el miedo
1.- Previo aviso
Decirle la verdad con antelación, utilizando un lenguaje comprensible y tranquilizador para él. Si no tenemos información suficiente (amígdalas, hernias, fimosis…), hay que pedírsela al médico para que podamos transmitírsela al niño y aclarar todas sus dudas.
2.- Conocer lo beneficios
Para que alguien este dispuesto a hacer un esfuerzo necesita saber que va a tener un beneficio o una recompensa. Si es tu hijo al que debes inyectar, explícale la razón por la que es necesario aplicarle insulina todos los días. Si eres tú quien requiere administrarse insulina, investiga todo lo que puedas acerca de ella y resuelve con tu médico cualquier duda que tengas sobre el uso de esta hormona.
3.- Mostrar comprensión
Mantener una actitud de escucha y tomarse el tiempo necesario para que el niño hable de sus temores, podamos tranquilizarlo y corregir sus ideas erróneas, evitando regañarlo, ridiculizarlo o hacer bromas sobre ello.
4.- En su justa medida
Tratar de comprenderle pero sin reaccionar de forma exagerada. El niño puede ver en ello más atención y concesiones de las normales y reforzar accidentalmente los temores.
5.- Abordar los miedos conjuntamente
Permanecer en lo posible a su lado y coger su mano le dará seguridad y confianza. En separaciones inevitables (radiografías, cirugías, etc.), el niño ha de saber que estaremos muy cerca y que nos reuniremos con él en cuanto sea posible.
6.- Mantenerse tranquilos y Relájados
Cuanto más relajado está el cuerpo, menos se percibe la inyección. La mejor forma de relajarte es a través de la respiración. Un ejercicio que puede funcionar tanto en niños como en adultos es aspirar mientras limpias la piel, retener el aire unos segundos y espirar cuando entre la aguja a la piel.
Si vas a inyectar a tu hijo, lo principal es que tú te sientas tranquilo, los niños son muy sensibles al ánimo de sus padres, si tú puedes afrontar el hecho de que tu hijo esté siendo inyectado, entonces seguro que él también lo hará. Asegúrate que eres capaz de presenciar la puesta de la inyección sin trasmitir tensión a tu hijo, puedes intentar inyectarte así verás que no duele y podrás transmitir más tranquilidad a tu hijo.
Si estamos calmados y no interferimos en el quehacer del médico, seremos más útiles. Si no es así, es mejor buscar a una persona cercana al niño en la que él pueda apoyarse emocionalmente.
7.- Practicar: técnicas útiles
Intenta practicar la técnica de inyección con una pelota anti estrés o con un muñeco, esto te dará más seguridad para cuando tengas que inyectarte.
En el caso de los niños, al principio permítele seleccionar el sitio de inyección o cargar la jeringa, esto le hará sentir que tiene cierto control sobre la situación y se sentirá más seguro.
Ensayar en casa formas de mantener el control, como respirar profundamente, relajarse pensando en cosas placenteras, contar, mantener charlas optimistas, dibujar o llevar a cabo juegos simulados, le proporcionarán al niño estrategias que le ayudarán a reducir sus miedos.
8.- Elogiar sus progresos
Hay que celebrar con él su comportamiento positivo durante la temida experiencia. Para la próxima vez, le ayudará recordar cuáles han sido las estrategias que le han ayudado a estar más tranquilo.
9.- Liberar sentimientos
Es necesario permitirle descargar sus emociones. Cada uno puede reaccionar de forma diferente (llanto, enfado…). El niño ha vivido algo que le ha asustado, le ha causado dolor, le ha restringido su movilidad… y necesita desahogarse para superarlo.
Virginia González. Psicóloga.
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