24.3.11

Mi hijo se pelea en la escuela


Ir a buscar a los chicos a la escuela y encontrarlos mordidos o golpeados porque un compañero les pegó puede resultar muy angustiante para los padres que no saben bien cómo ayudarlo en un ámbito en el que ellos no están presentes.

Ir a buscar a los chicos a la escuela y encontrarlos mordidos o golpeados porque un compañero les pegó puede resultar muy angustiante para los padres que no saben bien cómo ayudarlo en un ámbito en el que ellos no están presentes.

En primer lugar, es importante que la comunicación con la institución a la que asisten los niños sea fluida y que si alguno de los padres está en la puerta a la hora de la salida, la maestra le comente personalmente lo que sucedió. Si el chico se traslada en micro o si por algún otro motivo la comunicación se complica, no puede faltar una nota en el cuaderno de comunicaciones.

Lo anterior es lo que se puede esperar de la escuela en el caso de que la agresión sufrida sea leve. Ahora, si el golpe fue fuerte, la institución debe llamar al servicio de emergencias y a los padres en el momento, para que ellos puedan decidir de qué manera les parece mejor atender a su hijo.

Una agresión ocasional puede conversarse con la maestra y con el chico y no pasar a mayores, sobre todo en el caso de los nenes de jardín de sala de 2 o 3 años, etapa en la que es normal que alguna vez encuentren en el golpe la solución a algo que los molesta. Pero si la situación se da en preescolar o en la primaria, el hecho es más raro y reviste más gravedad, porque se supone que a esa edad los chicos ya deberían poder poner en palabras lo que les molesta, sin recurrir a la agresión física.

En el caso de que los golpes y mordiscones sean recibidos por un chico de manera habitual, el problema tienen dos cuestiones que deben ser trabajadas en conjunto con la escuela –y, de ser necesario, con la ayuda de un profesional externo-:

1. El niño que pega: cómo ayudarlo para que encuentre otras formas de resolver sus conflictos y cómo detener inmediatamente las actitudes agresivas.
2. El niño que es golpeado: cómo ayudarlo para que evite las situaciones de agresión, logre defenderse y pueda pedir ayuda a un adulto de su confianza.
Y “defenderse” no significa siempre devolver con otro golpe: hay que enseñarles a los chicos a darse cuenta de lo que está pasando y a tratar de evitarlo –cosa que, de todas formas, les cuesta mucho, porque implica una capacidad de anticipación que no tienen los más chiquitos- y a decirles a los demás que a ellos no les gusta que les peguen y que no van a permitir que vuelva a pasar. La idea es que puedan decirles a sus compañeros que la próxima vez le pidan con palabras y no con golpes lo que quieren.

En el caso de los más pequeños, por ejemplo en salita de 2, todo lo anterior es válido, pero como el lenguaje todavía no es un recurso muy efectivo, conviene manejar el tema entre adultos: las maestras jardineras deben estar atentas para anticipar y evitar situaciones violentas y hay que hablar con los padres del chiquito que habitualmente pega para que puedan ayudarlo y hacer una consulta con un psicólogo de ser necesario.

Con los más grandes, habilitar la solución de devolver el golpe “en defensa propia” es una estrategia a la que se recurre en última instancia pero que depende de cada familia, ya que para este tipo de cuestiones no hay una respuesta única y definitiva.

Lo que sí es importante, es tener en cuenta que los adultos deben poner en marcha todos los mecanismos necesarios para que esto no se transforme en un obstáculo para el desarrollo de la personalidad del niño ni en relación al aprendizaje o a su vínculo con la escuela. Un chico que dice que no quiere ir más al colegio porque un compañero le pega está pidiendo ayuda, y los adultos son los encargados de buscar las soluciones más adecuadas para cada caso particular.

Planeta Mama

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