25.3.11

Depresión y pena en los niños


¿Pueden tener depresión los niños?
¿ Puede llegar a ser peligroso ?
Los niños también pueden sufrir depresión, entendida como un trastorno y no como un simple estado de ánimo de tristeza. Un niño deprimido manifiesta un conjunto de síntomas que por su cantidad, intensidad y duración inciden en su desarrollo normal. Poner atención a estos síntomas es muy importante, porque las consecuencias de una depresión no tratada pueden ser muy graves, desde comportamientos autodestructivos hasta el extremo de una eventual conducta suicida.


¿Cómo se detecta una depresión infantil?
Los criterios generales para diagnosticar depresión en niños son, la presencia de estados de ánimo caracterizados por la tristeza, retraimiento o irritabilidad, y al menos tres de los siguientes síntomas: falta de apetito y pérdida de peso, o aumento del apetito y ganancia de peso; falta de energía; hiperactividad o retraimiento; pérdida de interés por actividades usuales; tendencia constante a descalificarse (soy tonto, no sirvo); disminución de la concentración y pensamientos recurrentes de muerte y suicidio. Si estos síntomas duran por al menos dos semanas, podemos estar en presencia de una depresión infantil. Si es así, lo más importante es llevar al niño a un especialista que haga un diagnóstico adecuado y trate la depresión a tiempo.

¿Cómo le digo a mi hijo/a que un ser querido ha muerto?
Si su familia vive un duelo, es fundamental abrir un espacio de conversación cotidiano, que ayude a su hijo a comprender qué está ocurriendo. Explíquele en forma concreta qué es la muerte y cómo murió esa persona para evitar que el niño se culpe o culpe a otros, y conteste a sus dudas todas las veces que sea necesario. No oculte sus sentimientos, expréselos en un lenguaje sencillo, para que el niño vea que lo que él o ella siente es común a otros. Aclárele que es natural que sienta pena deseos de que esa persona regrese, pero que el ausente no regresará y que su cuerpo se encuentra en el cementerio, donde podrán visitarlo. Hágalo participar en ritos funerarios, sin forzarlo y, si la muerte no es repentina, prepare al niño para el desenlace. Para aplacar su temor de morir, o la ansiedad de sufrir otra pérdida, cuéntele que todos vamos a morir algún día, pero enfatice que ni él ni su familia morirán producto de esta muerte en particular. No delegue en el niño funciones parentales ("ahora eres el hombre de la casa") y evite por un tiempo los cambios de rutina, de casa o colegio, que lo obligarán a vivir un doble proceso de adaptación.


Mi hijo no quiere comer. ¿Qué puedo hacer?
Lo más importante es estar tranquilo, si su ansiedad lo/a sobrepasa, el niño lo percibirá y no querrá participar de este momento. Recuerde que alimentar bien a un niño no significa servirle platos rebosantes de comida. Una dieta sana y equilibrada debe tener una cantidad y calidad adecuadas a los requerimientos del niño. Evitemos que nuestros hijo/as coman entre comidas y respetemos los horarios establecidos. Si utilizamos gritos, amenazas o castigos, no sólo no conseguiremos que el niño/a coma, sino que haremos que asocie la hora de las comidas con una instancia negativa y llena de tensiones. Lo ideal es que la hora de la comida sea un momento positivo y gratificante, donde padres e hijo/as se relacionen y compartan. Si el tiempo nos lo permite, comamos con ellos. Finalmente, seamos coherentes con nuestros hijo/as, no exijamos que coman alimentos que nosotros rechazamos, respetemos su individualidad y sus preferencias. La tolerancia siempre nos ayudará.

Mi hijo sufre el rechazo de sus compañeros ¿cómo puedo ayudarlo?
Sentir el rechazo de los demás es una de las experiencias que más temor genera a las personas, sobre todo, cuando somos niños. En situaciones como éstas, lo mejor es ayudarlos a enfrentarlas. Si su hijo o hija le cuenta que se siente rechazado por sus compañeros, escúchelo y no minimice sus preocupaciones. Hablar siempre ayuda a aliviar la carga. Pueden conversar a partir de las soluciones que a él se le ocurran y hacer el juego de roles, en que cada uno asume un papel, lo actúa y se intercambian para ver qué podría suceder y cómo se sienten en cada situación.

También puede ayudarle, motivándolo a participar en actividades extraprogramáticas como deportes o grupos scout. Así tendrá una instancia de socialización diferente, donde reconozca sus habilidades y tenga experiencias satisfactorias con otros niños. Es importante que el niño/a decida en qué tipo de actividad desea participar y que éstas sean coherentes con sus habilidades para que no sufra una nueva frustración.

http://www.pediatraldia.cl/     Fundación Integra     Dr Pedro Barreda

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