29.2.12

Costumbres infantiles que deforman la dentadura

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Existen algunas conductas propias de los niños que deforman su dentadura. Chuparse el dedo, respirar por la boca o morder objetos, pueden desencadenar alteraciones en las piezas dentales.
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Los primeros indicios de que el bebé está creciendo se traducen en la aparición de su dentadura transitoria, los llamados “dientes de leche”. Estos se presentan a partir de los cuatro meses y posteriormente vendrán los definitivos.
Lo primero que debes enseñarle a tu hijo es la higiene general y específicamente la bucal. Esto se traduce en crearle hábitos saludables, que no sólo consisten en el adecuado y sistemático cepillado de los dientes.
Sin embargo, existen otras costumbres que inciden de forma negativa o pueden provocar efectos negativos para la salud del infante.
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¿Cuáles son esos hábitos deformantes?
• Succión digital
El hábito de succión en los niños se debe a un reflejo natural que estaba presente en el bebé cuando se encontraba en el útero materno. Es algo completamente normal que se relaciona con la capacidad de supervivencia, la que le permite alimentarse y crecer, pero además le ofrece seguridad, placer y sensación reconfortante. También tiene la función de interiorizar al niño con su nuevo entorno.
Chuparse el dedo es una mala costumbre que realizan los recién nacidos e incluso niños en edad escolar. Estas prácticas se consideran normales hasta los dos años y medio de edad e incluso puede admitirse hasta los cuatro.
Existen dos tipos diferentes de succionadores de dedo: el “pasivo” que tiende a llevar el dedo a la boca y sólo tenerlo allí y el “activo” que ejerce presión contra los dientes. Estos últimos pueden sufrir más alteraciones dentales y de la mandíbula.
Eliminar este tipo de succión durante las primeras etapas de vida evita deformaciones en la mordida (abierta o cruzada) y faciales. Después de los cuatro años de edad se pueden generar cambios en la tonicidad muscular de los labios, retardar su maduración, dificultar la deglución normal y la respiración.
Otros problemas que pueden surgir son la formación de callos en el pulgar, eccema irritativo, uñeros y deformación del dedo, además de trastornos en el lenguaje, en el desarrollo físico y emocional del niño, con deterioro de su autoestima.
Si el hábito de succión del pulgar se extiende hasta los seis años, deberá consultarse con el especialista para su adecuada atención.
En muchos casos, este mal hábito tiene su origen en problemas afectivos del entorno familiar o inmadurez del niño, cambios abruptos como la llegada de un hermanito, ingreso al colegio, entre otros. Por ello, el primer paso para separar de esta costumbre, es la consulta especializada, así se podrá dar solución al posible conflicto y buscar la mejor vía de eliminación.
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• Respiración bucal
La respiración vía nasal es una función vital que permite que el aire entre caliente al organismo, se mantenga humedecida la mucosa y se retengan las impurezas, lo que impide o dificulta el riesgo de infecciones.
La respiración bucal es aquella que el individuo realiza a través de la boca, en lugar de hacerlo por las fosas nasales.
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Existen dos causas que pueden originarla:
Obstructivas: hipertrofia de adenoides (que consiste en el aumento del tejido linfático que se encuentra en la parte posterior de la nariz, similar a las amígdalas), rinitis alérgicas, desviaciones del tabique nasal, hipertrofia de los cornetes (constante ensanchamiento de los cornetes, estructuras de filtros de aire que están en la nariz), pólipos e incluso procesos tumorales.
Funcionales: se producen por la persistencia de la respiración bucal y aunque sea corregida se continúa con el mal hábito.
Este tipo de respiración puede producir alteraciones de la mordida (abierta, profunda y cruzada), paladar profundo y estrecho y gingivitis crónica. Además, provocar trastornos en la audición, de tal manera que al mantener la boca abierta, la onda sonora se hace débil; también anorexia falsa, debido a que se come sin apetito por la dificultad de coordinar la respiración con la masticación al momento de tragar. Afecta al sueño, generando trastornos caracterizados por mal dormir, agitación y ronquido.
También, produce afectaciones en el timbre de la voz, en la memoria, en la capacidad de fijar atención y ocasiona cansancio crónico.
Los estudios relacionados describen que aproximadamente un 25 por ciento de la población infantil presenta respiración bucal y más del 50 por ciento se debe a malos hábitos. Dentro de las causas, la rinitis alérgica (inflamación de la mucosa nasal) es una de las más frecuentes.
Un elemento importante para su prevención, es vigilar cualquier proceso alérgico en el niño o alteración de sus mucosas. Además, la limpieza de la nariz debe ser constante, para así mantener su higiene.
Para prevenir este tipo de respiración y los efectos perjudiciales que trae, es importante que los padres observen cualquier señal que pueda indicar la presencia de este fenómeno y así evitar este mal hábito.
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• Deglución infantil
La deglución es "la acción automática que permite el tránsito del bolo alimenticio o la saliva desde la cavidad bucal al estómago. Se trata de una secuencia de contracciones musculares que se apoyan en el patrón primario de succión".
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Se divide en dos etapas:
Fase oral: se detiene la respiración, se cierran los labios, se relaja la musculatura y se ponen en contacto los dientes superiores e inferiores hasta que la lengua impulsa el bolo hacia la faringe.
Segunda fase: Impulsa el bolo hacia el esófago. Ésta es la deglución típica del adulto. La infantil es la que existe en el nacimiento y se logra con la separación de los maxilares y con el intercambio entre la lengua y los labios, que es el mecanismo que se utiliza para lograr el tránsito de los alimentos.
Los principales elementos que marcan el tránsito entre deglución infantil y adulta son la aparición de los dientes, la maduración neuromuscular y la incorporación de alimentos sólidos. Este período de transición se extiende entre los ocho y 16 meses, momento en que aparece la deglución característica del adulto.
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Si esto continúa después de los siete años, la lengua se apoyará entre los dientes incisivos, lo que causará una mordida abierta que provocará efectos en la dentadura y un mal funcionamiento de los músculos relacionados con la deglución del adulto.
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Hábitos incorrectos como la respiración bucal, el uso del chupete y del biberón, retardan el patrón de deglución del adulto.
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Otros hábitos no recomendados
• El biberón
La tendencia natural a la succión puede variar según el niño y la edad. En el lactante es perfectamente natural y no debe ser interrumpida. Al iniciarse la erupción dental, lo ideal sería cortar este hábito, ya que de lo contrario, provocará deformaciones en los maxilares, dientes y pulgar.
El biberón y el chupete inducen a deformaciones en maxilares y en las arcadas dentarias, dependiendo de la frecuencia, duración e intensidad del hábito. El efecto suele ser transitorio si ambos elementos se usan hasta la salida de los incisivos temporales.
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Muchos niños satisfacen el deseo de succión con un biberón, e incluso se establece la costumbre de dormirse succionando, lo que constituye una de las causas más comunes de caries conocidas como “caries del biberón”. Cuando el contacto prolongado con bebidas ricas en carbohidratos es al dormir, el riesgo es mayor, pues la salivación disminuye y por eso la bebida dulce queda más tiempo en la boca sin deglutir.
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• Morder uñas y otros objetos
Comerse las uñas, morder lápices u otros objetos son hábitos que provocan alteraciones dentarias. Su efecto se produce por desgaste o abrasión irregular y astillamiento prematuro de los dientes. Además, aparecen heridas en las mucosas orales que favorecen lesiones como las aftas e infecciones con herpes.
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