16.4.10

¿Quién controla la salud de los hijos?


El caso reciente del adolescente Daniel Hauser enfrentando la enfermedad de linfoma de Hodgkin en Minesota, EE.UU, trae al tapete una serie de preguntas y consideraciones de la responsabilidad y autoridad del gobierno versus la responsabilidad y autoridad de los padres, particularmente cuando los padres invocan creencias religiosas para parar el tratamiento médico. En resumen, el caso es el siguiente: Daniel Hauser, de 13 años de edad, recibió una ronda de quimioterapia en febrero de este año. Los médicos estiman que niños con la enfermedad de Hodgkin tienen un 90% de posibilidad de ser curados con un tratamiento agresivo de quimioterapia y radiación. Sin este tratamiento, el niño tiene solo un 5% de sobrevivencia, dicen los médicos.


Daniel y sus padres decidieron cortar el tratamiento después de una primera ronda de radiación, aduciendo creencias religiosas, y que en su lugar ellos irían a un método de curación natural. Con tal fin, Daniel y su madre volaron a Los Ángeles con la intención, dicen las autoridades, de cruzar a México buscando una de las muchas clínicas de curación alternativa de cáncer.


Dejemos de lado, las particularidades del caso, el tipo de creencia religiosa que esta familia tenga y la efectividad o no de estas clínicas alternativas en México. Para nuestra discusión, estos detalles no vienen al caso. La pregunta es: bíblicamente, ¿debe el ciudadano cristiano obedecer al gobierno o a su conciencia? ¿Tiene el gobierno un rol legítimo, de acuerdo a las Escrituras, de proteger a un niño de la decisión que sus padres creen es la mejor? ¿Debe una creencia religiosa someterse a la ciencia médica? Finalmente, ¿Puede el cristiano, rehusar tratamiento médico para sí mismo o particularmente para sus hijos basados en la creencia de que la oración es poderosa para sanar? Otro caso de bastante publicidad ocurrió la semana pasada, cuando la madre de una pequeña de 11 años, fue condenada por homicidio en la muerte de su hija. La madre rehusó tratamiento médico basada en su creencia de sanidad por fe y oración. De acuerdo al testimonio médico en el juicio, la niña hubiera permanecido con vida si hubiera recibido insulina y líquidos para el caso de diabetes que sufría.


No soy teólogo, ni abogado, ni médico, sino un padre de familia, abuelo de 5 nietos y creyente en el Señor Jesucristo, con la responsabilidad de tomar en serio la palabra de Dios como autoridad final en todo lo que respecta a la fe y el diario vivir. Aunque, si bien es cierto, que la Biblia no refleja los últimos adelantos científicos y médicos, pues fue escrita hace 2.000 años y más, sin embargo encontramos principios que pueden guiarnos.


La Biblia declara una autoridad, dada por Dios, para el estado, el gobierno de cada país, pero esa autoridad se limita a la protección y bienestar de las personas de esa nación y al castigo de quienes interrumpen ese bienestar, sea provocación violenta de otra nación (externa), o cometimiento de crímenes por individuos y grupos (interna) (ver Rom 13:1-7). Cada país, luego determina su forma de gobierno y leyes bajo las cuales se rige, en el caso del mundo de Pablo y la iglesia primitiva, vivían bajo el yugo del imperio romano. En nuestros días, algunos países, viven bajo un régimen autoritario, o comunista, o militar, o democrático, o variantes de cada uno de ellos. Si la Biblia trasciende todos los tiempos, para ser Palabra de Dios ayer y hoy, debe también trascender las formas de gobierno, los descubrimientos científicos, y la tecnología.


La Biblia, también declara autoridad, dada por Dios, para los padres sobre sus hijos. Los padres deben “gobernar bien su propia casa y hacer que los hijos obedezcan con el debido respeto” (1 Tim. 3:4). Deben criarlos “según la disciplina e instrucción del Señor” (Efe. 6:4). Y otros pasajes hablan del amor de los padres hacia sus hijos, y comparando con el amor y cuidado que Dios tiene para con Israel y para con sus hijos.


La Suprema Corte de EE.UU, dictaminó parámetros en un fallo dado en 1944, que continua vigente, en la cual reconoce que el derecho de los padres es fundamental, expresa en parte: “Es un punto cardinal en nuestra consideración, que el cuidado, custodio, crianza de un niño reside primero en los padres, cuya libertad y función principal incluye la preparación para estas obligaciones que el estado no puede suplir ni debe prohibir”. Pero la corte también encontró que algunos elementos del bienestar de un niño podrían llevar a las autoridades estatales a inmiscuirse en los asuntos privados de la familia. Específicamente, que “el derecho de libre práctica de la religión, no incluye la libertad de exponer a la comunidad o a los niños a enfermedades contagiosas, y en el caso de estos últimos a grave enfermedad o muerte”. Esta postura parece lógica, y el pueblo americano en su gran mayoría está de acuerdo. Sin embargo, dicen algunos, esto podría ser la puerta que el estado utiliza para luego demandar a los padres en otras áreas que el estado considere de perjuicio al bienestar de los niños. Creo entonces, importante que como ciudadanos estemos alertas a que el estado, no tome para sí más autoridad que la que la Biblia y las leyes le otorguen. Particularmente si el estado establece leyes que son contrarias a claros principios y mandatos bíblicos, como por ejemplo, el aborto, y el suicidio médicamente asistido.


La otra consideración es, ¿permite la Biblia que descuidemos o rehusemos un tratamiento médico, a cambio de ‘la oración de fe por sanidad’? Una cosa es, si una persona adulta, toma esa decisión para sí. Otra es imponer esa decisión sobre un niño que no está capacitado para tomar ese tipo de decisiones. Esto podría considerarse abuso de niños. Así como el descuido intencional de padres de proveer alimento, o de proveer educación básica, o de maltratar física o sexualmente a su hijo/a, es considerado abuso parental por el estado, de igual manera podría decirse del descuido de la salud. En ningún lugar de las Escrituras se nos prohíbe recibir tratamiento médico legal. Creo ciertamente, que Dios es quien sana. Se nos instruye a orar por los enfermos. Toda sanidad, proviene de Dios, sea otorgada milagrosamente, o por intervención médica o farmacéutica. No hay conflicto teológico entre la ciencia médica y el poder de la oración. Dios es el que escoge de que manera otorgar sanidad, incluso, si es que otorgar sanidad.


El patrón bíblico de amor, compasión y responsabilidad parental, supera todo argumento en base a una interpretación teológica. Es legalismo permitir que la teología, es decir, la interpretación teológica personal, triunfe sobre la compasión. Como dijera el gran reformador Martín Lutero – toma tu medicina y pon tu confianza en Dios. ¿Qué piensas tú?


Guillermo Powell

1 comentario:

  1. Cuidemos a nuestros niños, procurando siempre lo mejor para ellos.

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